sábado, 5 de marzo de 2011

CANTO A LA SOLEDAD, por FRANCISCO PALAU, VEDRÁ, 28 marzo de 1867


«Gracias os doy, oh mares que rodeáis este monte, pues que aseguráis mi soledad contra las conversaciones de
los hombres. Gracias a ti, oh monte, que al levantar tus firmísimas
columnas desde el fondo del Mediterráneo cortaste
la subida al hombre que como la cabra montés no sepa escalar
tus peñas. Ven, noche, y cubre con tus tinieblas el monte.
¡Feliz noche!, seguro estoy contigo de que nadie turbará el
reposo de mi soledad».
 

La tarde del 28 era bella como la primavera,
el cielo estaba sereno, y el sol era muy brillante como en un día de verano.
Una sombra se le puso delante y le convirtió en tinieblas, porque la sombra tenía figura,
y era la figura de mi Amada,
cuya luz y claridad convierte en noche el día más sereno.
Era tanta su gloria, que no se dejaba mirar, como no se puede mirar de hito en hito el sol.


Así yo hablaba solitario al anochecer de este día.
Vino la noche, y al abrigar con su negro manto todas las peñas. ¡Oh, qué soledad!
Solo, de noche, en tinieblas, ¡Feliz noche, preciosa soledad!


Mis compañeros en la soledad del monte.El mirlo solitario sobre las peñas, llegada la bella estación de la primavera,
ha encontrado ya su consorte. Y ahora, satisfecho con tal compañera, se da a sí mismo la enhorabuena; y hallada la casa donde albergar sus hijuelos, preparan los dos su nido para colocarles. Este es uno de los testigos oculares de mis amores en la soledad, compañero fiel,
que con su canto lúgubre pero melodioso celebra mi enlace con la Hija de Dios.
Desde las cúspides elevadas del monte me ha llamado muchas veces la atención,
no para estorbar mi conversación con mi Amada, sino para ensalzar
con su dulce melodía las glorias de una ave solitaria.




Nota : Las fotos pertenecen a distintos blogs. Desde aquí agradezco y felicito a sus autores por esas bellas instantáneas de es Vedrà con las que he puedo ilustrar las palabras de Francisco Palau i Quer, que hace dos siglos escogió es Vedrà como morada y lo convirtió el lugar teológico de su experiencia mística.
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