- 1. El poder positivo de las palabras de afirmación
“No nos basta un corazón que compadezca las miserias ajenas; la caridad es obras” (Mes de María, 531, 2)
Una forma sencilla y cotidiana de poner
en acto el amor es utilizar palabras que edifiquen, que construyan, que creen
lazos fraternos y faciliten la relación. Si en nuestras comunidades, en
nuestras familias y apostolados fuéramos conscientes del poder de las palabras positivas
para confirmarse y afirmarse mutuamente las prodigaríamos más a menudo sin
temor.
Hace mucho tiempo que se
escucha entre nosotras que tenemos que valorarnos más y reconocer más las
cualidades de los que nos rodean. Es una de nuestras asignaturas pendientes. Investigadores
en este campo han determinado que para mantener una relación saludable debería
existir cinco comentarios positivos antes de uno negativo. Dice Freud que “cuando
alguien me critica puedo defenderme, pero cuando alguien me afirma, quedo sin
defensa”.
Una de las cosas que podemos admirar de Dios, es que su amor y
misericordia se traduce continuamente en palabras de afirmación. Dios sabe la
necesidad que tenemos como seres humanos de ser afirmados, reconocidos,
honrados y animados. Él nos dice en el Cantar de los Cantares 7,6 a cada una de
nosotras “¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío, con todos tus
encantos!”. Salomón, a quien se atribuye la literatura de la antigua
sabiduría hebrea, escribió: «La muerte y la vida están en poder de la lengua» (Prov.
18,21). Y aún más: «La ansiedad en el corazón del hombre lo deprime, mas la
buena palabra lo alegra» Prov. 12,25. También en la carta a los Efesios 4,29 encontramos gran claridad
al respecto: “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que
sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que
imparta gracia a los que escuchan”. Y corroborando estas declaraciones, el
testimonio del Apocalipsis 2, 1-5. En este texto, uno de los mensajes a las
Siete Iglesias, el Señor antes de hacer un comentario negativo de una iglesia antepone
siete comentarios positivos:
“Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea en medio de los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; y has descubierto que son falsos. Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte. Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor”
Todos los textos bíblicos sobre la
misericordia nos dan una actitud de fe y confianza en Dios diariamente,
enfatizando las potencialidades que Dios puso en nosotras para hacerlas fluir
hacia quienes nos rodean.
Hay un poder increíble en las palabras
de afirmación. Son palabras sanadoras y generadoras de vida. Dios nos afirma
cada día a través de la Sagrada Escritura. Aprendamos en este libro de vida a
ser multiplicadores de afirmación para los que nos rodean. Afirmación y ánimo
es una manera de mostrar a los que nos rodean que crees en ellos y en sus posibilidades[1].
2- Francisco Palau. Palabras
que sanan y transforman
A continuación, a través de su correspondencia[2], F.
Palau nos demuestra cómo se complace en dedicar palabras que vivifican, que
estimulan, palabras que demuestran confianza en la persona que escucha, palabras
humildes, palabras que en definitiva son cauce de misericordia a sus hijos e
hijas espirituales, que él considera compañeros y compañeras en el camino de la
fe y para todas las personas que tienen la suerte de relacionarse con él.
- · Palabras estimulantes
Francisco Palau sabe reconocer lo bueno que hay en cada
persona. Él cree en el gran potencial de las Hnas. y sabe que siempre es más de
lo que se puede apreciar exteriormente y con una mirada superficial. Lo que
detiene a menudo a las personas para expresar todo su talento es la falta de
valor. Una forma importante de manifestar un corazón misericordioso es demostrando
que creemos en los demás y en sus capacidades. Aunque reconoce que no es muy
dado a los halagos, a la hora de valorar la actitud de las Hermanas no los
escatima. Así lo descubrimos en Carta 13,1-2 dirigida a Juana Gratias:
“Vosotras habéis tenido ocasión para conocerme. Soy muy parco en alabar a nadie. Rarísimamente se me ha oído elogiar ninguna virtud de mis hijos e hijas; antes, al contrario. No obstante, puedo y debo en esta ocasión anunciaros y participaros que, en mi concepto y presentimiento, vuestro modo de vivir es acepto y agradable a Dios y a sus ángeles. No tengo otro fin alguno en deciros esto, sino para que, persuadidas de la verdad del camino, sacudáis con más fuerza las tentaciones, y no cuidéis sino de perseverar… Por el momento lleváis, me parece, un buen arranque, y prometéis dar buen fruto”.“Carísima hija en Jesucristo: Hoy he recibido tu carta. Por esta vez te portas maravillosamente bien, pues me escribes con regularidad” (Carta 51,1).
Con sus palabras positivas de valoración personal y
comunitaria reafirma, aviva, y estimula la vida de la incipiente comunidad.
Su corazón misericordioso invierte emocionalmente en cada
ser querido, amigo y compañero, poniéndose en su lugar y apostando por ellos.
- “Una cosa me da mucha pena que es la posición vuestra. Querría teneros por compañeros en todas partes, porque os creo esforzados, fervorosos y decididos en todos los combates, y por mi parte sería grande mi satisfacción en teneros siempre en mi compañía” (Carta 18,5)
Es un hecho que cuando recibimos palabras estimulantes nos sentimos
mucho más motivados para corresponder y colaborar, por eso Francisco Palau, en
medio de la lucha y la persecución no olvida de expresar la complacencia que le
produce la amistad de quienes les son fieles en las dificultades:
- “¡Cómo me complazco contigo! Somos compañeros de armas y nos hemos batido juntos. No te he visto temblar, sino que impávido te has lanzado sobre el enemigo. En las doctrinas has sabido bien dirigir el arco y apuntar tus flechas… has conocido la traición y no has abandonado el campo. Hemos atacado, hemos vencido. Hemos hecho un deber de conciencia. ¡Cuánto te agradezco la compañía que en un día peligroso me has hecho! Has sido fiel a la verdad. Recibe de mi parte un voto de gracias. ¡Cuánto me anima ver genios fieles y leales a la verdad! ¡Qué bueno es un amigo en tiempo de necesidad!” (Cartas 23,2; cf. 27,6).
- · Palabras humildes
El amor hace peticiones, no da órdenes. Cuando ordeno cosas
a los demás, los trato como inferiores, como a niños pequeños. Es el padre el
que le dice al hijo de tres años lo que debe hacer y le enseña cómo lo debe
hacer. Y eso es necesario. Sin embargo, en la vida comunitaria somos iguales, hermanas
y compañeras adultas. Si vamos a tener una relación sana y fraterna, si
queremos amarnos de verdad, necesitamos conocer lo que la otra persona necesita.
Sin embargo, la manera en la que expresamos esos deseos es absolutamente
importante. Si vienen en forma imperativa, a veces con la excusa de
familiaridad estamos borrando la posibilidad de una relación armoniosa e
inconscientemente alejaremos a las personas de nuestro lado. Así, una petición
crea la posibilidad de una expresión de amor, mientras que una orden puede ahogar
esa posibilidad.
F. Palau a pesar de su plena comunión con Cristo y la
Iglesia, jamás prescindirá de la mediación de quienes lo rodean, y con humildad
siempre buscará en los demás la ayuda espiritual y material manifestando con
sencillez sus deseos y necesidades a la vez que se ofrece y se pone incondicionalmente
a disposición de los demás. “Saluda a la Malena y a la Peranza… Diles,
me cuiden bien los animalitos” (Carta 53,4). “Aprovecha este tiempo de
soledad y de retiro. Encomiéndame a nuestra Señora. Escríbeme porque estoy en
cuidado, pues que desde primeros de éste nada he sabido de ti. Manda a este tu
affmo. padre que te ama en Dios y desea verte salva, buena y perfecta en la
tierra y en el cielo” (Carta 54,3; cf. 43,1;
44,5; 49,2; 59,4; 63, 7; 72, 8).
- · Palabras de confianza
Si algo
puede hacer sentirse a una persona valorada y responsable es saber que se
confía en ella. En esta particularidad las cartas de Francisco Palau son muy
elocuentes. Especialmente las que dirige a Juana Gratias:
“Mi amada hija: Te escribo en particular estas líneas para
decirte que no pienses que yo te eche al rincón. Tengo para ti, ahora como
siempre, todo el amor y respeto que merecen los sacrificios que has hecho por
la causa que sostenemos” (Carta 100,1).
No cesa de demostrar su
confianza a las personas con las que se relaciona y resalta sus cualidades por
encima de cualquier defecto:
“Aparte sus defectos, reúne muchas circunstancias buenas. Es
práctica en la forma de vida, es probada, ha perseverado siempre en la pobreza
y penitencia. Yo tengo sobre ella autoridad y me parece que ahora te será fiel
y la única que puede hacerte lado. Tiene habilidad para las novenas o coros,
buenos modos para atraer la gente. ¿Por qué despreciarla? Podrías, sin temor
alguno, confiarle el gobierno de una casa” (Carta 60,3).
Incluso cuando alguien
con carácter predispuesto al mal humor le contradice:
“Yo he tenido confianza en ti y la tengo[3]; te abandono sin
reserva los más sagrados intereses de la gloria de Dios; hago cuanto puedo para
servirte y contentarte cuando, hinchado por el espíritu malo y agitado por su
malhumor, sostienes contra tu padre ideas poco humildes” (Carta 117,1).
Además Francisco Palau, como buen mistagogo con sus acertadas palabras orienta
a que la persona construya la autoestima buscando los verdaderos motivos en
su interior, porque por propia experiencia sabe que lo exterior puede ayudar,
pero que si lo absolutizas te puedes encontrar apoyándote en “palillos de
romero seco que asiéndose a ellos no hay seguridad”[4],
en expresión teresiana. Ante la inseguridad que muestra en algún momento Juana
Gratias le recomienda:
“Ocúpate en la oración en adquirir esta confianza en ti pues que la necesitas. Esa confianza supone la fe en su providencia y la providencia es el cuidado y solicitud paternal que Dios tiene de nosotros. Dejemos que Dios nos cuide, que nos gobierne, que nos guíe, y esta confianza nos cubrirá contra las horribles zozobras, ansias y temores que nos asaltan, procedentes de nuestras propias ilusiones” (Carta 56,2).
- · Palabras-canales de misericordia
Podemos aplicar a las palabras constructivas las acciones
que Francisco Palau aplica a los misioneros: “van derramando a su paso su
influencia vivificadora, regeneradora y salvadora sobre el país [la comunidad,
la familia, la misión] a que son llamados…” (Escuela VV, I, 1, 10).
Palabras que expresan el reconocimiento y la cercanía en
el momento que se necesita:
“Diga a la señora Dª Antonia que he sido muy sensible a la muerte de su madre y hubiera deseado estar en su casa para prestarla todos los consuelos y auxilios que la religión dispensa en tales momentos. He tenido mucha pena en no haberle hecho más visitas en su enfermedad... La señora Antonieta tiene un carácter sobradamente noble y cultivado y en el momento de infortunio sabrá dominarse a sí misma. Asegúrela Vd. de mi parte que participo de sus penas y la he acompañado en espíritu en su duelo. Aunque inútil, puede contar con toda seguridad en la fidelidad de un amigo (Carta 20, 4).
Palabras de amistad, de empatía, de amor incondicional:
“Termino esta carta, diciéndote que, sea para lo espiritual, o para lo material, yo haré todo cuanto esté a mi alcance para hacer y labrar tu verdadera felicidad, y con estos sentimientos créeme siempre y dispón de un padre que te ama en Jesucristo” (Carta 30, 7).
Palabras que a veces será un silencio misericordioso ante los fallos
de los demás:
- “Yo callo, tolero, huyo, oro, conjuro el malhumor que te posee y espero pase la tempestad, voy con rodeos para volver tu alma en paz, compadezco tu posición. Tal es, hijo mío, mi proceder para contigo” (Carta 117,1).
“Disimular las faltas” mutuamente recomienda a las
Hermanas de Lérida, porque todos tenemos días malos; es un principio importante
de la caridad y de la buena relación (Carta 12,3-4).
Y podríamos continuar con las palabras agradecidas,
valientes, de perdón…
Dicen que “las
palabras se las lleva el viento” pero todos sabemos que hay palabras
que llegan al corazón y allí germinan y florecen como principio de transformación;
no en vano dice la carta a los Romanos 10,17 que la “la fe viene del oír, y el
oír, por la palabra de Cristo”. Francisco Palau es consciente del poder de la
palabra constructiva, oportuna, dicha con entrañas de misericordia. Con su
testimonio nos anima a expresar nuestra valoración y aprecio a las personas que
nos rodean con palabras y gestos positivos, favorables a la relación profunda,
a la comunión para construir fraternidad.
Lola Jara, cm
[1] El Psicólogo y Autor Cristiano Gary Chapman en su
libro: Los Cinco Lenguajes del amor, pone en primer lugar las palabras de
afirmación: 1.- Palabra habladas. Dios nos dio una boca y una lengua para
hablar las palabras milagrosas. Hay un poder en tus palabras. Poder para
construir o destruir. Mejor usemos las palabras que construyen a través de la
afirmación. 2.- Palabras Escritas. Una nota en el espejo, en la almohada de la
cama, una tarjeta, un correo electrónico, un simple mensaje escrito puede
cambiar una vida o salva una vida.3.- Afirmación en Público. Es necesario dar
palabras de ánimo a los miembros de la comunidad en público. Eso es energía que
llena y fortalece el alma. 4.- Afirmación Privada. También es vitamina
espiritual cuando estamos solos dar expresiones que fortalecen a nuestros
amados. Crea el ambiente de intimidad familiar que enriquece nuestra
personalidad.5.-Afirmación Esperada. Hay momentos cuando nuestra familia y
seres queridos esperan que luego de un trabajo o una tarea realizada o una meta
alcanzada se pueda escuchar una palabra de valoración. Cuanto reanima eso. Lo contrario
quita las fuerzas emocionales. 7.- Afirmación Profesional. Necesitamos
compartir lo que vemos en otros cuando hacen sus trabajos con responsabilidad.
Ese reconocimiento también enciende la llama de creatividad.8.- Afirmación
Personal. Pero finalmente lo personal también es alegría indiscutible. Cada
miembro de familia tiene algo que es digno de alabanza y de reconocimiento (http://www.mmmsalamancaespana.com/familia/el-poder-positivo-de-la-afirmacion).
[4] “Unos palillos de romero
seco, y que asiéndose a ellos no hay seguridad, que en habiendo algún peso de
contradicciones o murmuraciones se quiebran” (Relación 3,1).
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