sábado, 16 de mayo de 2009

FRANCISCO PALAU, PROFETA Y MISIONERO DE LA BELLEZA DE LA IGLESIA


El Beato Francisco Palau experimenta una Iglesia nueva y atrayente dentro de las rígidas estructuras eclesiásticas de la España del siglo XIX. Con sus símbolos e imágenes, profetiza una Iglesia con rostro de mujer que es madre, virgen, esposa, joven, valiente y hermosa:
“La Iglesia es una belleza inmensa, porque reúne en sí todas las perfecciones y atributos que forman la imagen del mismo Dios” (MR 970).
El de la belleza es un rasgo recurrente y repetido en todas las figuras bíblicas que utiliza Francisco Palau para representar a la Iglesia: Rebeca, Raquel, Débora y Yahel, Judit, Ester, Sara, María y la Mujer el Apocalipsis. El encuentro profundo en el amor le hace descubrir a la Iglesia como alguien de infinita belleza que le atrae irresistiblemente hacia ella:
“¡Vi a mi amada y me uní con ella en fe, en esperanza y amor! Su presencia satisfizo mi pasión y con ella yo era feliz, su belleza me bastaba. Dios y el prójimo, o sea, la Iglesia católica se me apareció tan bella como una divinidad...”( MR 719).
La contemplación de la belleza de la Iglesia se hace urgencia, pasión y servicio incansable a los hermanos; su actividad misionera se consolida, se interioriza. No consistirá sólo en acciones para combatir el mal que obstaculiza la marcha de la Iglesia, sino en esa misión tan propia suya y que él define tan hermosamente, como es predicar la belleza de la iglesia con la finalidad de que todos la amen:
“Mi misión se reduce a anunciar a los pueblos que tú eres infinitamente bella y amable y a predicarles que te amen. Amor a Dios, amor a los prójimos: éste es el objeto de mi misión. Y tú eres los prójimos formando en Dios una sola cosa” (MR 886).
Esta actitud palautiana nos invita a transformar nuestra mirada para, sin perder de vista la realidad, saber descubrir lo positivo, lo bello que existe en las personas, los acontecimientos, la naturaleza... y potenciarlo. Propagar así, con una actitud existencial la belleza a nuestro alrededor y hacer más hermosa la vida de las personas que nos rodean. Esta actitud positiva hacia las personas, los acontecimientos y la naturaleza, favorece enormemente la comunión y la buena relación entre las personas.
La verdadera belleza brota de la armonía interior, de ser irradiación y reflejo de la suma belleza trinitaria que nos habita. Esto, es lo que le otorga atractivo y gracia. Descubrir el camino de la belleza nos libera de actuar por la fuerza y nos sitúa en el plano de la gratuidad. Sólo desde la gratuidad podemos entender el poder del arte y la estética para expresar el misterio del ser y de la misión de la Iglesia como espacio de comunión. Y sólo a través de la comunión la Iglesia será para el mundo la belleza de la buena noticia que necesita y espera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola triguereña.
Precioso Blog, un gran regalo que haces al mundo y a la Iglesia. Dios te bendiga ánimo y continua haciendo tanto bien en tu caminar al igual que Francisco Palau.
FELICIDADES
un besote grande
CMS Trigueros
rosa

Docarmis dijo...

Gracias Rosa y CMS de Trigueros. Pienso que debemos aprovechar todos los medios a nuestro alcance para dar a conocer esta gran figura de la Iglesia que fue y es Francisco Palau. Un abrazo desde Roma, donde me encuentro dando un curso palautiano. Lola