FIESTA DE FRANCISCO PALAU
SEÑOR, ABREME
LOS LABIOS...
Cada mañana, al despertar,
sobre todo en las grandes ciudades, los ojos contemplativos descubren
“muchedumbres solitarias” que se cruzan y entremezclan al compás desenfrenado y
silencioso de la masa. Es el imperio del ruido, del activismo y de la
evasión... Es la jungla de la competitividad, de la lucha por la supervivencia
y el culto a la eficacia...
SEÑOR. ABREME LOS
LABIOS...
Y si la invocación matinal
es sincera, como sin duda lo es, el Señor nos abre no sólo los labios, sino los
ojos, las manos y el corazón. Y entonces caemos en la cuenta de que es urgente
añadir nuevas estrofas al cántico de las criaturas de San Francisco, al cántico
espiritual de San Juan de la Cruz y a los Salmos que cada día rezamos. Nuevas
estrofas de alabanza a Dios hecha petición intercesora:
Por el hermano alcohólico
y el hermano drogadicto, atrapados entre la lucha y el deseo. Por la hermana
prostituta que, tal vez, suspira por otra forma de vivir. Por el anciano, solo
en su buhardilla o quizá más solo todavía en la limpia sala de su Residencia.
Por los enfermos crónicos y minusválidos, por los hermanos sin trabajo, por el
hermano extranjero, privado incluso de su identidad. Por los colectivos
gitanos, reducidos a ciudadanos de “otra” categoría.
Por el hermano desarraigado, el preso, el enfermo de SIDA, el delincuente... Por tantos y tantos hermanos hartos hasta el empacho de tristeza y soledad.
Realmente, para quien, cada mañana, intenta creer comprometidamente en el Evangelio, no le resulta imprescindible mirar al firmamento estrellado, ni tocar el agua que es “útil, pura, casta y humilde”, ni extasiarse escuchando “la música callada y la soledad sonora” para descubrir el rostro entrañable de Dios.
La gran ciudad, lugar
frecuente de tristeza y tragedia humana, es también lugar privilegiado de
encuentro PERMANENTE con Él.
SEÑOR, ABREME LOS LABIOS...
Y nuestro mirar contemplativo se
convertirá en gesto misionero y se nos hará connatural el compromiso por la
justicia y por todos aquellos que viven en las condiciones más precarias y
difíciles.
El mundo se deshumaniza por la pasión de
“tener y consumir”. Millones de hombres son sacrificados implacablemente al
sistema... Qué lejano se vislumbra esa sociedad nueva y fraterna soñada por
Jesús.
Y el reto surge espontáneo, vestido con tonos de CARISMA:
Y el reto surge espontáneo, vestido con tonos de CARISMA:
- Desde el YO personal más profundo y desde el NOSOTROS más comunitario, estamos llamados a luchar por construir una ciudad de HERMANOS en la que lo suficiente sea para TODOS, en la que se rechace con espontaneidad lo superfluo y en la que se viva agradecido y feliz con lo necesario. ¿Qué otra cosa es sino, creer que TODOS formamos un solo Cuerpo unido a su Cabeza y que con El y los hermanos nos llamamos y somos CRISTO TOTAL?.
Esto cambiaría la
tonalidad del PAISAJE humano al que estamos tristemente acostumbrados.
Porque la ciudad necesita, tanto o más que parques y jardines, espacios verdes
para la escucha, la convivencia, la personalización y la solidaridad... ¡Y
DIOS EN MEDIO!
Nuestros pueblos, a caballo entre la religiosidad y la fe, y nuestras ciudades, con el sello cultural de su increencia, necesitan con urgencia un soplo de aire fresco y renovador.
Qué bueno sería que a
fuerza de asimilar el espíritu de Francisco Palau, nuestros espacios
comunitarios fueran convirtiéndose en espacios ecológicos para la humanización
y para el espíritu: Inmejorable aportación, de la mano del Carisma, para esta
Europa nuestra tan egoistona, anciana y fatigada.
En la Fiesta del P.
Palau: SEÑOR... ABRENOS LOS LABIOS!!!