jueves, 5 de marzo de 2020

"SEÑOR, ABREME LOS LABIOS..." (Material palautiano elaborado por Francisca Esquius)

FIESTA DE FRANCISCO PALAU 


     SEÑOR, ABREME LOS LABIOS...

     Cada mañana, al despertar, sobre todo en las grandes ciudades, los ojos contemplativos descubren “muchedumbres solitarias” que se cruzan y entremezclan al compás desenfrenado y silencioso de la masa. Es el imperio del ruido, del activismo y de la evasión... Es la jungla de la competitividad, de la lucha por la supervivencia y el culto a la eficacia...



     
       SEÑOR. ABREME LOS LABIOS...

      Y si la invocación matinal es sincera, como sin duda lo es, el Señor nos abre no sólo los labios, sino los ojos, las manos y el corazón. Y entonces caemos en la cuenta de que es urgente añadir nuevas estrofas al cántico de las criaturas de San Francisco, al cántico espiritual de San Juan de la Cruz y a los Salmos que cada día rezamos. Nuevas estrofas de alabanza a Dios hecha petición intercesora:
      Por el hermano alcohólico y el hermano drogadicto, atrapados entre la lucha y el deseo. Por la hermana prostituta que, tal vez, suspira por otra forma de vivir. Por el anciano, solo en su buhardilla o quizá más solo todavía en la limpia sala de su Residencia. Por los enfermos crónicos y minusválidos, por los hermanos sin trabajo, por el hermano extranjero, privado incluso de su identidad. Por los colectivos gitanos, reducidos a ciudadanos de “otra” categoría.

   
   Por el hermano desarraigado, el preso, el enfermo de SIDA, el delincuente... Por tantos y tantos hermanos hartos hasta el empacho de tristeza y soledad.
   
    Realmente, para quien, cada mañana, intenta creer comprometidamente en el Evangelio, no le resulta imprescindible mirar al firmamento estrellado, ni tocar el agua que es “útil, pura, casta y humilde”, ni extasiarse escuchando “la música callada y la soledad sonora” para descubrir el rostro entrañable de Dios.
      La gran ciudad, lugar frecuente de tristeza y tragedia humana, es también lugar privilegiado de encuentro PERMANENTE con Él.
     

      SEÑOR, ABREME LOS LABIOS...

      Y nuestro mirar contemplativo se convertirá en gesto misionero y se nos hará connatural el compromiso por la justicia y por todos aquellos que viven en las condiciones más precarias y difíciles.
      El mundo se deshumaniza por la pasión de “tener y consumir”. Millones de hombres son sacrificados implacablemente al sistema... Qué lejano se vislumbra esa sociedad nueva y fraterna soñada por Jesús.

      Y el reto surge espontáneo, vestido con tonos de CARISMA:

  •      Desde el YO personal más profundo y desde el NOSOTROS más comunitario, estamos llamados a luchar por construir una ciudad de HERMANOS en la que lo suficiente sea para TODOS, en la que se rechace con espontaneidad lo superfluo y en la que se viva agradecido y feliz con lo necesario. ¿Qué otra cosa es sino, creer que TODOS formamos un solo Cuerpo unido a su Cabeza y que con El y los hermanos nos llamamos y somos CRISTO TOTAL?.

   
      Esto cambiaría la tonalidad del PAISAJE humano al que estamos tristemente acostumbrados. Porque la ciudad necesita, tanto o más que parques y jardines, espacios verdes para la escucha, la convivencia, la personalización y la solidaridad... ¡Y DIOS EN MEDIO!
       
      

  
     Nuestros pueblos, a caballo entre la religiosidad y la fe, y nuestras ciudades, con el sello cultural de su increencia, necesitan con urgencia un soplo de aire fresco y renovador.
      Qué bueno sería que a fuerza de asimilar el espíritu de Francisco Palau, nuestros espacios comunitarios fueran convirtiéndose en espacios ecológicos para la humanización y para el espíritu: Inmejorable aportación, de la mano del Carisma, para esta Europa nuestra tan egoistona, anciana y fatigada.
      En la Fiesta del P. Palau:  SEÑOR... ABRENOS LOS LABIOS!!!

                                                                                           Francisca Esquius CM